Niños y niñas del Huila iluminan Neiva con un ensamble musical por la paz

El pasado 26 de noviembre, las melodías de los niños y niñas huilenses llenaron el Salón Polivalente del Parque de la Música Jorge Villamil, un espacio que se convirtió en un escenario de unión y transformación a través del arte. Este ensamble musical reunió los sonidos de las selvas, ríos, ciudades y toda la riqueza natural de Colombia, simbolizando cómo la diversidad de nuestro país puede tejer sueños y valores en pro de la paz.

Los participantes, provenientes de municipios como Acevedo, Altamira, Gigante, Tello y Neiva, pertenecen a instituciones educativas que han hecho parte de este proceso formativo que opera en alianza con la Universidad del Cauca. A través de dos nodos regionales, Sonidos para la Construcción de Paz ha llevado la música a comunidades afectadas por el conflicto armado, generando entornos de aprendizaje donde se fomenta el desarrollo social y cultural.

Para Claudia Hurtado, directora del programa, este evento es el reflejo del entusiasmo colectivo que ha permitido legitimar este esfuerzo en territorios clave como Cauca, Huila y Nariño. Según Hurtado, “lo que parece pequeño en lo individual, se convierte en una apuesta gigante cuando se trabaja en colectivo”. Su testimonio resalta cómo la música no solo educa, sino que también enaltece los valores y promueve la integración de los participantes con sus familias y comunidades.

El impacto de este programa también fue evidente en las palabras de Rocío León, madre de una participante, quien expresó la importancia de inculcar valores y cultura en la juventud a través de espacios que reconecten a los niños con sus raíces. Estos esfuerzos no solo rescatan el folclor huilense, sino que también promueven la convivencia y la reconciliación entre generaciones.

Sonidos para la Construcción de Paz es la mayor apuesta cultural del Gobierno del Cambio, y su labor en Huila reafirma cómo las artes y la música pueden transformar territorios y vidas. Este ensamble musical no solo es un ejemplo del talento y dedicación de estos jóvenes, sino también un mensaje claro de que la paz se construye desde las comunidades, a través de la educación y el reconocimiento de nuestra diversidad cultural.

Este evento no solo fue un espectáculo, sino una reafirmación de que, en cada nota musical y en cada rostro lleno de esperanza, Colombia encuentra las herramientas para superar sus heridas y mirar hacia un futuro lleno de armonía y entendimiento.