Crisis hídrica en Bogotá: los embalses del Sistema Chingaza siguen cayendo y el riesgo de alerta roja crece cada día. A pesar de las medidas temporales adoptadas, los niveles de agua en los embalses San Rafael y Chuza han disminuido dramáticamente en los primeros días de diciembre, pasando de un 53,27 % a un 49,91 %. El alcalde Carlos Fernando Galán anunció un levantamiento temporal del racionamiento hasta el 23 de diciembre, pero advierte que podría no ser suficiente si las reservas no se estabilizan. ¿Qué significan estas cifras para Bogotá y cómo afectará a sus habitantes? Descubre los detalles clave de esta situación que preocupa a millones de ciudadanos.
El panorama hídrico en Bogotá sigue siendo crítico, y aunque se ha tomado la decisión de levantar el racionamiento de agua entre el 23 de diciembre y el 6 de enero, el alcalde Carlos Fernando Galán ha sido claro en que esta medida no implica una solución definitiva. Según el mandatario, los niveles del Sistema Chingaza han seguido disminuyendo en los primeros días de diciembre, alcanzando un preocupante 49,91 %. Este sistema es vital para la ciudad, ya que abastece el 70 % del agua que consumen los bogotanos.
En una entrevista con Red+, Galán explicó que las medidas implementadas buscan extender el tiempo de abastecimiento de agua desde Chingaza, mientras se aumenta la participación del sistema Tibitoc, que ha incrementado su capacidad del 20 % al 40-45 %. Sin embargo, este cambio solo alivia temporalmente la presión sobre las reservas. El alcalde detalló que, en un escenario extremo en el que no entrara ni una sola gota de agua a Chingaza, Bogotá tendría 178 días antes de entrar en alerta roja, lo que equivale a seis meses. Una vez declarada la alerta roja, la ciudad podría contar con dos meses adicionales de abastecimiento limitado.
Galán también hizo un llamado a la ciudadanía para que sea consciente del uso del agua durante el levantamiento temporal del racionamiento en las festividades de fin de año. El racionamiento será reactivado a partir del 6 de enero, y aún no se tiene una fecha concreta para levantarlo de manera definitiva.
Para abordar este desafío de forma estructural, el alcalde destacó la necesidad de realizar inversiones significativas en la cuenca del río Bogotá, así como de estudiar alternativas de infraestructura gris que permitan garantizar un suministro más estable. Este tipo de proyectos, aunque costosos, podrían ofrecer soluciones a largo plazo para evitar que Bogotá enfrente nuevamente una crisis hídrica de esta magnitud.
Finalmente, el mandatario invitó a los bogotanos a reflexionar sobre el impacto del cambio climático y la importancia de gestionar los recursos hídricos de manera sostenible. Este desafío requiere no solo el compromiso de las autoridades, sino también un esfuerzo colectivo por parte de toda la población. Con una nueva temporada seca prevista para 2025, según el IDEAM, Bogotá se encuentra en un momento crucial para tomar decisiones que aseguren su futuro hídrico.